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¿Cuál es el origen de las multas?

Las tememos y las evitamos, pero las multas están ahí desde hace mucho tiempo, incluso antes de lo que te imaginas. Para hablar de su origen nos tenemos que ir 2800 años atrás, a Egipto. Allí están los primeros indicios de una sanción registrada. El infractor sufrió la condena de ser colgado en una puerta de la taberna donde se había emborrachado antes de chocar contra una estatua y atropellar a una niña.

Las multas hoy en día son económicas y, afortunadamente, los tiempos en los que había que pagar con la vida han quedado atrás.

En la época de los romanos, llegaron las multas para controlar la circulación. Eran muy organizados y los vehículos (carros tirados por animales) contaban con una regulación.

El emperador César fue quien dictó la primera restricción de tráfico: se establecía quiénes podían circular por las carreteras según la hora. Hay que tener en cuenta que había más de un millón de habitantes circulando por la metrópoli de aquella época.

Más tarde, en 1300, el papa Bonifacio VIII, con vistas a la peregrinación a la ciudad, decidió establecer una norma que aún se mantiene en la actualidad en algunos países: circular por la izquierda. Con la invasión de Napoleón, la norma se cambió a la derecha, bajo la amenaza de multa a quien no lo hiciese. Como Gran Bretaña no llegó a ser conquistada por el francés, allí la norma no llegó y siguen circulando por la izquierda a día de hoy.

¿Y la primera multa en España? Un poco más tarde llegaron las sanciones a nuestro país, en el siglo XV con la reina Isabel la Católica. Los conductores borrachos eran la principal causa de accidentes (y eso no ha cambiado mucho), así que la reina estableció el pago de una multa, la pérdida del carro y el ingreso en prisión del susodicho si se le encontraba en estado de embriaguez al mando de su “vehículo”.

Durante esa misma época, en Inglaterra, se prohibió la conducción de carros a altas velocidades, con una multa de 40 peniques a los infractores.

Unos cuantos años más tarde, en 1767, Carlos III propuso controlar el tráfico de la actual capital debido a la alta siniestralidad. Con el dinero recaudado de las multas se podían mantener las vías: dos pájaros de un tiro.

Otro avance en la regulación de la seguridad vial llegó en 1934, con el “Código de circulación”, que culminó en 1982 con la creación de la DGT, el primer centro de gestión de tráfico de España que comenzó regulando un pequeño tramo de la N-II a la salida de Madrid.

A partir de ahora, si te encuentras con un papelito en el parabrisas o te llega a casa una carta por infracción, sabrás el origen y la historia de las multas, tan incómodas como necesarias.

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