El accidente milagroso de la A-66
Es mentira que una imagen siempre valga más que mil palabras. Quien pasara al mediodía de ayer en coche por el punto kilométrico 573,6 de la autovía A-66 en dirección a Sevilla y viera la escena por la que se movían con rapidez varios agentes de la Guardia Civil, es fácil que llegara a una conclusión equivocada. Un camión tumbado sobre su lado derecho, ocupando los carriles izquierdos de los dos sentidos, y a unos pocos metros, un coche con la mayor parte de la chapa de uno de sus laterales metida hacia dentro y el eje delantero hecho trizas. Y entre un vehículo y otro, quitamiedos doblados como si fueran de plastilina y la calzada convertida en una alfombra de placas de granito.
Y allí, entre luces de sirena y camisas oficiales con reflectantes, una mujer francesa de pie, en el centro de la mediana, con un paraguas en su mano izquierda y la correa del perro en la derecha. A su lado, un hombre con una cámara de fotos colgada al cuello. Eran los dos ocupantes -tres con el animal- del Volvo XC60 de color blanco y matrícula francesa que a las 11.40 horas de ayer sufrió un accidente en la autovía Ruta de la Plata, justo antes de la salida hacia Aldea del Cano.
El matrimonio francés se dirigía a Algeciras, parada intermedia en su viaje de vacaciones a Marruecos. Y cuando circulaban por el kilómetro 573,6 sufrió un accidente. Ocurrió justo cuando estaban adelantando al camión de Transportes Morgado y Silva S.L. que conducía José Manuel Martínez, gallego de 44 años que una hora y media después del choque no paraba de hablar por su teléfono móvil.
«Se me ha reventado una de las ruedas delanteras y al coche ni lo he visto», contaba el hombre sobre el terreno, con los pies pisando los restos de la carga de 24 toneladas de placas de granito de distintos modelos y colores que llevaba en su camión. Tras recorrer el día anterior los 530 kilómetros que separan Porriño (Pontevedra) de Plasencia, el transportista pasó la noche en una habitación del área de servicio Venta El Caldero, situada unos quince kilómetros después de dejar atrás la capital del Jerte, ya en el término municipal de Malpartida de Plasencia. «Salí a las once menos veinte de la mañana (por ayer) y tenía que descargar en Mérida, en el polígono El Prado», relataba ayer Juan Manuel poco después de pasar por la furgoneta de la Guardia Civil para relatar lo ocurrido. Tras reventar la rueda, el camión se desplazó hacia su izquierda, golpeó el lateral derecho del turismo que le estaba adelantando justo en ese momento, y los dos vehículos acabaron atravesando la mediana.
«He tenido suerte»
Susto al margen, la única secuela que le dejó el golpe a Jose Manuel fue un moratón en el hombro, por el cinturón de seguridad. «He tenido suerte porque el camión ha volcado hacia el lado derecho, no hacia el del conductor», explicaba el hombre. A unos pasos de él, ajenos a las ligeras retenciones que siguieron al siniestro, el matrimonio francés hablaba con César Quijada, teniente jefe del destacamento de Tráfico de Cáceres y única persona de todas las que estaban allí que era capaz de comunicarse con soltura con la pareja. «Sí, hablo un poco de francés», reconocía con humildad el teniente. «No será necesario cortar los dos carriles, bastará con cerrar uno en cada sentido mientras trabaja el servicio de conservación de carreteras», explicó el teniente, que atendió tanto al conductor del camión como al matrimonio francés que iba camino de Marruecos para empezar sus vacaciones y que no olvidará la escena de la autovía A-66, recogida para siempre por el conductor en forma de fotografía. Cuando la enseñe, tendrá que explicar que a nadie le pasó nada. Y quizás necesite mil palabras.
Por Antonio Armero. Fuente: hoy.es